26 de abril de 2012

Sexualidad Infantil



La presencia de manifestaciones y de deseos sexuales en los niños, desde la más temprana infancia, fue una de las más importantes polémicas levantadas por Sigmund Freud, el Padre de psicoanalisis, hace casi un siglo. ¡Imagina el escándalo de esa tesis para la sociedad de la época! A partir de ahí, los estudios sobre el tema no pararon y, hoy en día, la educación sexual ocupa espacios en muchas escuelas y familias.

El desarrollo de la sexualidad humana empieza con el contacto físico, cuando los bebés son sostenidos y acariciados. Eso es necesario y natural que ocurra. No se debe privar al bebé de contactos corporales. Es necesario reconocer al niño como ser sexuado, en relación consigo mismo y con otros, para que se construya una identidad sexual propia.

La sexualidad infantil es una de las puertas a través de la que el niño desarrolla su personalidad y sus relaciones con la afectividad. La sexualidad es un aspecto natural en los seres humanos, una función de la persona como comer, caminar, leer, estudiar, etc. Y como tal, debe ser un tema tratado con naturalidad, honestidad, cariño, y debe tener su propio espacio dentro del proceso educativo del niño.

La educación sexual y los padres

Los caminos que llevan al conocimiento de su propio cuerpo y de sus sensaciones no siempre son los más adecuados para los niños. Hoy día, las interferencias en este proceso de aprendizaje hacen que el niño esté, cada vez más temprano, expuesto a unas manifestaciones severas, y en muchos casos incomprensibles, de la sexualidad. El culto a la belleza, al físico y a la seducción, en los medios de comunicación, no distinguen la edad de su publico. Hay un abuso de las manifestaciones sexuales, a las que los niños están indiscriminadamente expuestos. Los contenidos sexuales pueden acelerar las manifestaciones de los niños en el tema de la sexualidad, considerando que ellos aprenden imitando lo que ven de sus padres, de la televisión, out-doors, de bailes y ropas eróticas de moda, etc.

Las malas influencias conceden nociones equivocadas y perjudiciales al niño. De una forma general, lo único que puede evitar estas malas interferencias es la familia. Son los adultos, los padres, los que deben ejercer el papel de filtro de las informaciones. Es necesario crear y mantener un canal abierto de comunicación con los hijos, espacios de discusión y de intervención sobre lo que es correcto y lo que no, relacionados a todos los temas, y en especial a la sexualidad. Es conveniente vigilar de muy cerca el entorno y las actividades del niño, para orientarle cuando crea necesario. En la medida de lo posible, no se debe perder ninguna oportunidad para entablar conversación sobre sus dudas e intereses.

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